sábado, 5 de junio de 2010

Hola a todos, os envío esta pequeña reflexión/carta de una madre, que he pillado en un periodico, sobre el sunto de la ayuda humanitaria a los Palestinos de Gaza y la respuesta asesina israelí. Por mucha razón que crea uno tener, queda invalidada si utiliza los mismos métodos que aquellos que en un principio se la negaron por la fuerza, o no?

No han conseguido doblegar a mi hijo

(Los que fueron oprimidos ahora oprimen)

Soy la madre de David Segarra Soler. Son la cinco de la madrugada del día 2 de Junio. Amanece en Valencia y acabo de enterarme de la liberación de todos los secuestrados en territorio israelí, entre ellos, mi hijo.

En estos momentos no siento ningún odio hacia Israel. Y no por un motivo altruista, noble o religioso, sino por puro egoísmo: el odio te destruye. Y un buen ejemplo de ello lo está dando Israel. Nacido del sentimiento colectivo de culpabilidad colectiva de una Europa cobarde que no supo defender a sus ciudadanos judíos de otro odio, el nazi, parece como si la historia no le hubiera enseñado nada a Israel. Está, repitiendo las mismas pautas de odio, muerte, deshumanización del contario, ocupación de territorios, construcción de muros y alambradas soberbia racial….solo que ahora las victimas ya no llevan una estrella cosida a la ropa, ni el gueto está en Varsovia. Está en Gaza.

No quiero contar el infierno personal por el que he transitado estos días. Sería ridículo al lado del continuo y diario dolor de las madres palestinas. Soy una afortunada, mi hijo David vuelve de la masacre del Maví Mármara sano y salvo.

Los soldados israelíes le habrán podido destruir su única arma letal: la cámara de vídeo. Pero lo que olvidan es que los seres humanos tienen ojos, boca y memoria para contarle al mundo el horror del que fueron testigos. Y contra eso, toda la poderosa propaganda israelí, no puede hacer nada. Siento tanta lástima por la evolución de Israel como inmensa admiración por mi hijo, a quien toda una maquinaria de terror no ha podido doblegar. Igual que jamás conseguirá doblegar el espíritu del pueblo palestino. Cristina Soler Crespo. Valencia

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